El concepto de rehabilitación de fachadas alude al proceso dedicado a la reparación y repavimentación de los daños generados por distintos factores, como es el caso de los movimientos del subsuelo, las inclemencias del tiempo o posibles adversidades que haya podido sufrir una edificación (como un incendio, por ejemplo). A su vez, la exposición constante a elementos contaminantes, como el humo de los vehículos, también son factores de deterioro, que suponen daños y afectan a la seguridad, a la estética y a la habitabilidad de un edificio o vivienda.
Por lo tanto, la reparación e impermeabilización de fachadas es una necesidad de los inmuebles pasado un periodo de tiempo determinado. El momento de realizar las tareas depende de los factores vistos anteriormente, aunque la causa principal es el deterioro causado por el paso del tiempo desde la última vez que se realizó el mantenimiento.
La importancia de las fachadas no radica en su estética, sino en las funciones vitales que tienen. Entre ellas, destacan el aislamiento térmico y acústico o la protección del interior de la fachada contra agentes externos nocivos. Por ello, es muy importante mantenerlas en buen estado, así se evitará la pérdida de calefacción o estanqueidad, la aparición de humedad, la condensación o el hundimiento.
A lo largo de la historia, las principales soluciones que se han aportado son las siguientes. Por un lado, reparar los enfoscados con morteros de cemento y, a continuación, pintar la superficie cada cierto tiempo dependiendo de las necesidades. Por otro lado, aplicar los mismos enfoscados, pero de tipo monocapa, esta solución es la más avanzada.
Aunque en la actualidad el proceso y los tipos de rehabilitación de fachadas han evolucionado, dado que ahora también se suelen llevar a cabo con la incorporación de sistemas de aislamiento térmico, lo que favorece el ahorro económico a largo plazo.
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